lunes, 23 de febrero de 2015

Día 36. PROPÓSITO Nº 5 FUISTE HECHO PARA UNA MISIÓN

PROPÓSITO Nº 5

FUISTE HECHO PARA UNA MISIÓN

Y el que gana almas es sabio.

Proverbios 11:30 (PAR)

Hecho para una misión

"Así como me diste una misión en el mundo,también yo se las di a ellos”
Juan 17:18 (PAR)

“Lo más importante es que culmine mi misión,
la obra que el Señor me encomendó”.
Hechos 20:24 (PAR)

Fuiste hecho para una misión.

Tu ministerio es tu servicio a los creyentes, y tu misión es el servicio a los no creyentes. Cumplir tu misión en el mundo es el quinto propósito de Dios para tu vida.
Tu vida misionera es compartida y es específica. Parte de esto es la responsabilidad que compartes con cada cristiano; la otra parte es una asignación única para ti. Trataremos ambos aspectos en los capítulos siguientes.

Nuestra palabra misión proviene del latín “enviar”. Ser cristiano implica ser un enviado como un representante de Jesucristo. Jesús dijo “Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes”.

Jesús claramente entendió su vida misionera en la tierra. A la edad de doce años dijo: “Debo estar en los negocios de mi Padre”, y veintiún años más tarde, muriendo en la cruz, dijo: “Consumado es”. Como “apoya-libros”, estas dos afirmaciones enmarcan una vida con propósito, bien vivida. Jesús completó la misión que el Padre le dio.

La misión que Jesús cumplió mientras estaba en la tierra ahora es nuestra porque conformamos el cuerpo de Cristo. Lo que Él hizo en su cuerpo físico nosotros lo continuaremos como cuerpo espiritual: la iglesia. ¿cuál es esa misión? ¡Traer personas a Dios! La Biblia dice: “Cristo nos cambió de ser enemigos en sus amigos y nos dio la tarea de hacer a otros sus amigos también”.

Dios quiere redimir a los seres humanos de las manos de Satanás y reconciliarlos con él de manera que podamos cumplir los cinco propósitos: amarlo a él, ser parte de su familia, ser igual a él, servirle a Él y contarle a otros acerca de Él. Una vez que le pertenecemos, Dios nos usa para alcanzar a otros. Nos salva y nos envía afuera. La Biblia dice: “Nosotros hemos sido enviados para hablar de Cristo”. Somos los mensajeros del amor de Dios y sus propósitos para el mundo.

LA IMPORTANCIA DE TU MISIÓN

Cumplir tu misión en la tierra es una parte esencial de la gloria de Dios. La Biblia nos ofrece razones de por qué tu misión es tan importante.
Tu misión es una continuación de la misión de Jesús en la tierra. Como sus seguidores, debemos continuar lo que él comenzó- Jesús nos llamó no sólo a venir a Él sino a ir por Él. Tu misión es tan importante que Jesús la repitió cinco veces, de cinco maneras realmente diferentes, en cinco libros diferentes en la Biblia. Es como si dijera: “¡Realmente quiero que hagas esto!” Estudia esas cinco comisiones de Jesús y aprenderás los detalles de tu misión en la tierra, cuándo, dónde, por qué y cómo.

En la Gran Comisión Jesús dijo: “Vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”. Esta comisión fue asignada a cada seguidor de Cristo, no a pastores o a misioneros solamente, esta es tu comisión de parte del Señor y no es optativa.

Estas palabras de Jesús no fueron la Gran Sugerencia. Si eres parte de la familia de Dios tu misión es obligatoria y si la ignoras eres desobediente.
Puede que hayas estado inconsciente de que Dios te da una responsabilidad con los no creyentes que te rodean. La Biblia dice: “Si tú no le hablas al malvado ni le haces ver su mala conducta, para que siga viviendo, ese malvado morirá por causa de su pecado, pero yo te pediré cuentas de su muerte”. Quizás tú eres el único cristiano que esas personas conozcan y tu misión es hablarles de Jesús.

Tu misión es un privilegio maravilloso. Aunque es una gran responsabilidad también es un honor increíble ser usado por Dios. Pablo dijo: “Dios nos ha dado el privilegio de motivar a cada uno a venir hacia su favor y ser reconciliados en Él”. Ti misión involucra dos grandes privilegios: trabajar con Dios y representarlo. Estamos asociados con Él en la construcción de su reino. Pablo nos llamó “colaboradores” y dijo: “Estamos trabajando juntos con Dios”.
Jesús nos aseguró nuestra salvación, nos puso en su familia, nos dio su Espíritu y nos hizo sus agentes en el mundo. ¡Qué privilegio! La Biblia dice: “Así que somos embajadores de Cristo, como si Dios los exhortara a ustedes por medio de nosotros: “En nombre de Cristo les rogamos que se reconcilien con Dios””.

Decirle a otros cómo pueden obtener la vida eterna es lo mejor que puedes hacer por ellos. Si tu vecino tiene cáncer o SIDA y sabes cuál es la cura, sería un crimen que retuvieras esa información que le salvaría la vida. Peor aún es mantener en secreto el camino del perdón, el propósito, la paz y la vida eterna. Tenemos las buenas nuevas y compartirlas es el acto de bondad más grande que puedes mostrarle a cualquiera. Uno de los problemas en la vida de los cristianos es que se olvidan cómo se sentían: sin esperanzas y sin Cristo. Debemos recordar que no importa cuán contentas o exitosas aparenten ser las personas, sin Cristo están perdidos y listos para la separación eterna de dios. La Biblia dice: “Jesús es el único que puede salvar a las personas”. todos necesitamos a Jesús.

Tu misión tiene un significado eterno. Esto impactará el destino eterno de otras personas, así que es más importante que cualquier trabajo, logro o meta que encontrarás durante tu vida en la tierra. Las consecuencias de tu misión son para siempre; las de tu trabajo no. Ninguna otra cosa podrás hacer que importe tanto como ayudar a las personas a establecer una relación con Dios. Esta es la urgencia de nuestra misión. Jesús dijo: “Mientras sea de día, tenemos que llevar a cabo la obra del que me envió. Viene la noche cuando nadie puede trabajar”. El reloj está marcando la hora en tu vida misionera; así que no demores. ¡Inicia tu misión de alcanzar a otros ya! Tendremos toda la eternidad para celebrar con los que llevemos a Jesús, pero tenemos el tiempo contado para alcanzarlos.

Esto no significa que debes dejar tu trabajo y comenzar a ser un evangelista a tiempo completo. Dios quiere que compartas las buenas nuevas donde estés. Como estudiante, madre, maestra de preescolar, vendedor, gerente o cualquier actividad que hagas debes seguir mirando continuamente por las personas que Dios pone en tu camino para que puedas difundir el evangelio.
Tu misión da significado a tu vida. William James dijo: “El mejor uso de la vida es emplearla en algo que sobreviva”. La verdad es que sólo el reino de Dios perdurará, todo lo demás finalmente desaparecerá. Por eso debemos vivir con propósitos que regulen vidas, vidas comprometidas con la adoración, el compañerismo, el crecimiento espiritual, los ministerios y el cumplimiento de nuestra misión en la tierra. ¡Los resultados de esas actividades son para siempre!

Si fallas en cumplir la misión que Dios te asignó en la tierra, entonces has desperdiciado la vida que Dios te dio. Pablo dice: “Mi vida carece de valor para mí mismo, con tal de que termine mi carrera y lleve a cabo el servicio que me ha encomendado el Señor Jesús, que es el de dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios”. Aunque hay muchas personas en este planeta, sólo tú o lo que Dios ha hecho por medio de medio de ti podrá alcanzar a quienes viven cerca de ti. Si sólo una persona va al cielo por tu causa, tu vida habrá hecho una diferencia por la eternidad. Comienza a observar alrededor de tu campo misionero particular y ora: “Dios, ¿A quién has puesto en mi vida para que le hable de Jesús?”

La conclusión del tiempo de Dios en la historia está vinculada con la terminación de nuestra comisión. Hoy existe un interés creciente en la Segunda Venida de Cristo y el fin del mundo. ¿Cuándo ocurrirá? Poco antes de que Jesús ascendiera al cielo los discípulos le hicieron la misma pregunta, y Él respondió lo que era bastante obvio. Les dijo: “No les toca a ustedes conocer la hora ni el momento determinados por la autoridad misma del Padre. Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”.

Cuando los discípulos quisieron hablar de profecía, Jesús rápidamente cambió la conversación a evangelismo. Él quería que se concentraran en su misión en el mundo. Así que les dijo en esencia: “Los detalles de mi regreso no son de su incumbencia. Lo que les incumbe es la misión que les he dado. ¡Enfóquense en eso!”.

Especular sobre el cronometraje exacto del regreso de Cristo es en vano, porque Jesús dijo: “Nadie conoce el día y la hora, ni aun los ángeles en el cielo, ni el Hijo sino sólo el Padre”. Dado que Jesús afirmó que no conocía el día ni la hora, ¿por qué tratas de imaginarla? Lo que hay que saber es que Jesús no vendrá hasta que cada una de las personas que Dios quiere que oigan las buenas nuevas las hayan oído. Jesús dijo: “Las buenas nuevas acerca del reino de Dios serán predicadas en todo el mundo, a cada nación. Entonces el fin vendrá”. Si quieres que Jesús vuelva pronto, enfócate en cumplir tu misión y no en la profecía. Es fácil distraerte y apartarte de tu misión, porque Satanás prefiere que hagas cualquier cosa en lugar de compartir tu fe. Él dejará que pierdas tiempo en todo tipo de cosas, aun buenas, de manera que no tomes a ninguno contigo para llevarlo al cielo. Pero en el momento en que tomes en serio tu misión, espera que el diablo vierta contra ti todo tipo de distracciones y artimañas. Cuando esto suceda, recuerda las palabras de Jesús: “Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios”.

EL COSTO DE CUMPLIR TU MISIÓN

Para cumplir tu misión debes abandonar tus planes y aceptar los de Dios para tu vida. No sólo puedes “añadirlas” a todas las cosas que te gusta hacer con tu vida, debes decir como Jesús: “Padre... Yo quiero tu voluntad, no la mía”. rinde tus derechos, expectativas, sueños, planes y ambiciones para Él. Deja de invocar oraciones egoístas como: “Dios, bendice lo que quiero hacer”. Ora así: “¡Dios, ayúdame a hacer lo que tú bendices!” Dale un papel en blanco a Dios con tu nombre firmado al final, y dile que te escriba los detalles. La Biblia dice: “Ofrézcanse completamente a Dios, cada parte de ustedes... para que sean herramientas en las manos de Dios, y sean usados para sus buenos propósitos”.

Si te comprometes a cumplir tu misión en la vida sin importar el costo, experimentarás la bendición de Dios en maneras que pocas personas en toda su vida han disfrutado. No hay casi nada que Dios no haría por un hombre o una mujer comprometidos a servir en el reino de Dios. Jesús prometió: “(Dios) te dará todo lo que necesitas día a día si vives para Él y haces del reino de Dios tu interés primordial”.

UNO MÁS PARA CRISTO

Mi padre fue ministro por más de cincuenta años, sirviendo la mayoría del tiempo en pequeñas iglesias rurales. Era un simple predicador, pero era un hombre con una misión. Su actividad favorita era llevar equipos de voluntarios al extranjero para construirles templos a congregaciones pequeñas. En el transcurso de su vida, mi papá construyó más de ciento cincuenta iglesias alrededor del mundo.

En 1999 mi padre murió de cáncer. La última semana de su vida la enfermedad lo mantuvo despierto en un estado parcialmente consciente cerca de veinticuatro horas al día. Como soñaba, hablaba en voz alta lo que había visto. Sentado a su lado, aprendí mucho acerca de él con sólo oír sus sueños. Él revivió cada uno de los proyectos de construcción de las iglesias que llevó a cabo, uno tras otro.

Una noche cercana a su final, mientras mi esposa, mi sobrina y yo estábamos a su lado, de repente papá comenzó a moverse y a tratar de salir de la cama. Por supuesto, estaba muy débil y mi esposa insistió en que debía quedarse acostado. Pero él persistía en tratar de levantarse de la cama, así que mi esposa finalmente le preguntó: “Jimmy, ¿Qué estás tratando de hacer?” Él comentó: “¡Voy a salvar a uno más para Cristo!” “¡Voy a salvar uno más para Cristo!”, “¡Voy a salvar uno más para Cristo!” Y comenzó a repetir la frase una y otra vez.

Durante una hora, pronunció la frase tal vez unas cien veces. “¡Voy a salvar otro más para Jesús!” Yo estaba sentado en su cama con lágrimas en mis mejillas, bajé mi cabeza para darle gracias a Dios por la fe de mi padre. En aquel momento papá me tocó y puso su mano frágil en mi cabeza y dijo, como una orden: “¡Salva a uno más para Jesús! ¡Salva a uno más para Cristo!”.



Dios está trabajando en el mundo, quiere que te unas a Él. Esto es lo que él llama tu misión. Dios quiere que te tengas un ministerio en el cuerpo de Cristo y una misión en el mundo. Quiero hacer de esto el tema del resto de mi vida. Así que te invito a considerarlo como algo especial para tu vida, porque nada hará mayor diferencia en la eternidad. Si quieres ser usado por Dios, debes tener cuidado de lo que Dios cuida, y lo que Él más atiende es la redención de las personas que hizo. ¡Él quiere hallar a sus hijos perdidos! Nada le importa más; la cruz lo comprueba. Oro que siempre veas dónde puedes alcanzar a “uno más para Cristo” de modo que cuando estés delante de Dios, un día, puedas decir: “¡Misión cumplida!”

DÍA TREINTA Y SEIS
PENSANDO EN MI PROPÓSITO

Punto de reflexión: Fui hecho para una misión.
Versículo para recordar: “Vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”. Mateo 28:19-20 (NVI).
Pregunta para considerar: ¿Qué temores me detienen para cumplir la misión de Dios y poder terminarla? ¿qué me detiene para hablarles a otros de las buenas nuevas?

domingo, 22 de febrero de 2015

Día 35. El poder de Dios en tu debilidad.

El poder de Dios en tu debilidad

Participamos de su debilidad, pero por el poder de Dios
viviremos con Cristo para servirlos a ustedes.
2º Corintios 13:4 (NVI)

“Yo estoy contigo; eso es todo lo que necesitas.
Mi poder se muestra mejor en los débiles”.

2º Corintios 12:9 (BAD)


A Dios le encanta usar a los débiles.

Dios tiene una perspectiva diferente de tus debilidades. Él dijo: ”Mis pensamientos y mis caminos son más altos que los tuyos”, de modo que a menudo actúa en maneras exactamente opuestas a lo que esperamos. Pensamos que Dios sólo quiere usar nuestras fortalezas, pero también quiere usar nuestras debilidades para su gloria.

La Biblia dice: “Dios escogió lo débil... del mundo para avergonzar a los poderosos”. Tus debilidades no son un accidente. Dios deliberadamente las permitió en tu vida con el propósito de demostrar su poder a través de ti.
A Dios nunca le impresionó la fuerza ni la autosuficiencia. De hecho, Él es atraído a los débiles que admitan serlo. Jesús consideró el reconocimiento de nuestras necesidades como un atributo de los ”pobres de espíritu”. Esta actitud es la que Él bendice.

La Biblia está llena de ejemplos de cómo Dios ama y usa a los imperfectos, a las personas ordinarias para hacer cosas extraordinarias a pesar de sus debilidades. Si Dios usara sólo personas perfectas, nada sería hecho, porque ninguno de nosotros es perfecto. Que Dios use a los imperfectos es muy alentador para todos nosotros.

Una debilidad, o “aguijón” como Pablo lo llamó, no es un pecado ni vicio ni un defecto de carácter que puedas cambiar, como la gula o la impaciencia. Una debilidad es cualquier limitación que tengas o heredaste y no tienes poder para cambiarla. Puede ser una limitación física, como la minusvalía, una enfermedad crónica, poca energía o una incapacidad. Puede ser una limitación emocional, como un trauma, un recuerdo injurioso, una personalidad excéntrica o una disposición hereditaria. O puede ser un talento o limitación intelectual.

No todos somos superinteligentes o talentosos.

Cuando piensas en las limitaciones de tu vida, puedes ser tentado a concluir: “Dios nunca podría usarme”. Pero a Dios no lo detienen nuestras limitaciones. De hecho, Él disfruta poner su poder en envases comunes. La Biblia dice: “Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de dios y no de nosotros”. Igual que la artesanía común, somos frágiles, defectuosos y fáciles de quebrar. Pero Dios nos usará si le permitimos trabajar por medio de nuestras debilidades. Para que esto ocurra debemos seguir el modelo de Pablo.

Reconoce tus debilidades. Admite tus imperfecciones. Deja de pretender que tienes todo bajo control y sé honesto contigo mismo. en vez de vivir negando o dando excusas, toma tiempo para identificar tus debilidades personales. Puedes hacer una lista de ellas.

Dos grandes confesiones en el Nuevo Testamento ilustran lo que necesitamos para vivir saludablemente. La primera fue de Pedro, que le dijo a Jesús: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. La segunda fue de Pablo, que le dijo a la multitud idólatra: “Sólo somos seres humanos iguales a ustedes”. Si quieres que Dios te use, debes conocer quién es Dios y quién eres tú. Muchos cristianos, sobre todo líderes, olvidan la segunda verdad: ¡Sólo somos humanos! Si necesitas una crisis para reconocerlo, Dios no vacilará en concedértela, porque te ama.

Alégrate con tus debilidades. Pablo dijo: “Por eso, prefiero sentirme orgulloso de mi debilidad, para que el poder de Cristo se muestre en mí. Me alegro de ser débil, de ser insultado y perseguido, y de tener necesidades y dificultades por ser fiel a Cristo. Pues lo que me hace fuerte es reconocer que soy débil”. Al principio esto no tiene sentido; aspiramos a ser libres de nuestras debilidades, ¡pero nos alegramos con ellas! Sin embargo, el contentamiento es una expresión de fe en la bondad de Dios. Eso dice: “Dios, creo que me amas y sabes lo que es mejor para mí”.

Pablo da muchas razones para alegrarnos con nuestras debilidades. Primero, nos hace depender más de Dios. El apóstol, refiriéndose a su propia debilidad que Dios no quiso quitarle, dijo: “Yo estoy feliz plenamente con “mi aguijón”... porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”. Cuando te sientas débil, Dios te estará recordando que dependes de Él.

Nuestras debilidades también previenen la arrogancia. Mantienen tu humildad. Pablo dijo: “Para evitar que me volviera presumido por estas sublimes revelaciones, una espina me fue clavada en el cuerpo... para que me atormentara”. A menudo Dios nos conecta a una debilidad o una fortaleza mayor para mantener nuestro ego controlado. Una limitación puede actuar como un regulador que nos previene de no ir muy rápido y adelantarnos a Dios.

Cuando Gedeón reclutó un ejército de 32.000 soldados para pelear contra los madianitas, Dios lo redujo a 300 hombres, estableciendo una desigualdad de 450 a 1, ya que fueron a pelear contra 135.000 de las tropas enemigas. Esto pareció una fórmula para el desastre, sin embargo Dios lo hizo para que Israel reconociera que no fue por sus propias fuerzas sino por el poder de Dios que se salvaron.

Nuestras debilidades también nos animan al compañerismo entre los creyentes. Mientras la fuerza cultiva un espíritu independiente (“Yo no necesito de nadie”), nuestras limitaciones muestran cuánto nos necesitamos unos a otros. Cuando tejemos las trenzas débiles de nuestras vidas, una soga muy fuerte se crea. Vance Havner dijo con sarcasmo: “Los cristianos, igual que los copos de nieve, son frágiles; pero cuando se unen pueden parar el tráfico”.
La mayoría de todas nuestras debilidades aumenta nuestra sensibilidad relacional y ministerial. Estamos muy lejos de ser misericordiosos y considerados con las debilidades de otros. Dios quiere que tengas un ministerio parecido al de Cristo en la tierra. Eso quiere decir que otras personas van a encontrar sanidad en tus heridas. Tus grandes mensajes de la vida y tu ministerio más eficaz surgirá de tus heridas más profundas. Las cosas que más te apenan, las que más te avergüenzan, y las que menos quieras compartir, son las herramientas que Dios puede usar con más poder para sanar a otros.

El gran misionero Hudson Taylor declaró: “Todos los gigantes de Dios fueron personas débiles”. La debilidad de Moisés era su temperamento. Le condujo a matar a un egipcio, golpear la roca cuando se suponía que debía hablarle, y a romper las tablas de los Diez Mandamientos. No obstante, Dios transformó a Moisés en “el hombre más humilde de la tierra”.

La debilidad de Gedeón era su baja autoestima y una inseguridad profunda, sin embargo, Dios lo transformó en “un hombre poderoso y de valor”.
La debilidad de Abraham era el temor. No una, sino dos veces, para protegerse, dijo que su esposa era su hermana. No obstante, Dios transformó a Abraham en “el padre de todos los que creen”. Impulsivo, de voluntad débil, Pedro se convirtió en “una roca”, David el adúltero se convirtió en “un hombre conforme a mi corazón (de Dios)”, y Juan, uno de los arrogantes “Hijos del Trueno”, se convirtió en “el apóstol del amor”.

La lista puede seguir y seguir. “Tomaría mucho tiempo recontar las historias de la fe de... Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel, y todos los profetas... sus debilidades se tornaron en fuerzas”. él quiere tomar tu debilidad más grande y transformarla.

Comparte sinceramente tus debilidades. Ministrar empieza con vulnerabilidad. Quítate la máscara y comparte todo lo que guardas, tus luchas, de manera que Dios pueda usarte en servir a otros.

Pablo mostró su vulnerabilidad en todas sus cartas.

Expresó son sinceridad:
  • § Sus fallas: “Cuando quiero hacer lo bueno, no lo hago, y cuando trato de no hacer lo malo, eso hago”.
  • § Sus sentimientos: “Yo te dije todos mis sentimientos”.
  • § Sus frustraciones: “Fuimos realmente agobiados, abrumados, y temimos que nunca podríamos volver a vivir a través de esto”.
  • § Sus temores: “Cuando yo vine a ti, estaba débil, temeroso y estremecido”.
  • Por supuesto, la vulnerabilidad es un riesgo. Puedes tener miedo a bajar tus defensas y a abrir tu vida a otros. Cuando revelas tus fallas, tus sentimientos, tus frustraciones y tus temores te arriesgas a ser rechazado. Pero los beneficios valen la pena. La vulnerabilidad te ayuda a liberarte emocionalmente, alivia el estrés, desactiva tus temores y es el primer paso para la libertad.

Sabemos que Dios “da gracia al humilde” pero muchos malinterpretan esto. La humildad no es negar tus fuerzas o ponerte por debajo de otros, es ser honestos acerca de tus debilidades. Mientras más sincero seas, más recibirás la gracia de Dios. También recibirás gracia de otros. La vulnerabilidad es una cualidad que apreciamos, somos naturalmente atraídos hacia los humildes. Las pretensiones repelen, no obstante la autenticidad atrae y la vulnerabilidad es el camino hacia la intimidad.

Por eso es que dios quiere usar tus debilidades, no sólo tus fortalezas. Si todo lo que la gente ve son tus fortalezas, se desalientan y piensan: “Bien, qué bueno por él o ella, pero yo nunca podré hacerlo”. Sin embargo, cuando ven a Dios usándote a pesar de tus debilidades, eso los consuela y piensan: “¡Puede ser que Dios me use!” Nuestras fortalezas crean competencias, mientras que nuestras debilidades producen comunión.

En cierto punto de tu vida debes decidir si quieres impresionar a las personas o influenciarlas. A distancia puedes impresionar a la gente, pero debes estar cerca para influir en ellas y, claro, si lo estás, es posible que vean tus defectos. Eso es bueno. La cualidad esencial para el liderazgo no es la perfección, sino la credibilidad. Las personas deberán confiar en ti o no te seguirán. ¿Cómo puedo forjar mi credibilidad? No pretendiendo ser perfecto, pero sí honesto.

Gloríate en tus debilidades. Pablo dijo: “De mi no haré alarde, sino de mis debilidades”. En vez de mostrarte autosuficiente e insuperable, obsérvate a ti mismo como un trofeo de gracia. Cuando Satanás apunte a tu debilidad, acuérdate de Dios y llena tu corazón con alabanza a Jesús, que “entiende cada debilidad nuestra”, y al Espíritu Santo, que “nos ayuda en nuestra debilidad”.
Sin embargo, algunas veces Dios convierte una fortaleza en debilidad para usarnos aún más. Jacob era un manipulador que gastó su vida intrigando para después correr por sus consecuencias. Una noche, mientras luchaba con Dios, dijo: “No voy a dejarte hasta que me bendigas”. Dios le respondió: “Está bien”, pero entonces le agarró el muslo a Jacob y le dislocó su cadera. ¿Qué significa eso?

Dios tocó la fuerza de Jacob (el músculo del muslo es el más fuerte del cuerpo) y lo transformó en debilidad. Desde ese día en adelante, Jacob caminó cojeando de manera que nunca más pudo huir. Eso lo forzó a apoyarse en Dios quisiera o no. Si quieres que dios te bendiga y te use en gran manera, debes querer caminar cojeando el resto de tu vida porque dios usa a las personas débiles.


Todos tenemos debilidades. Es más, tú tienes un manojo de defectos e imperfecciones: físicos, emocionales, intelectuales y espirituales. También tienes un sin fin de circunstancias incontrolables que te debilitan, como las limitaciones financieras o relacionales. Lo más importante es qué haces con ellas. Solemos negar nuestras debilidades, las defendemos, las excusamos, las ocultamos y las resentimos. Eso le impide a Dios usarlas de la manera que desea hacerlo.



DÍA TREINTA Y CINCO
PENSANDO EN MI PROPÓSITO

Punto de reflexión: Dios trabaja mejor si reconozco mi debilidad.
Versículo para recordar: “Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad”. 2º Corintios 12:9 (NVI).
Pregunta para considerar: ¿Estoy limitando el poder de Dios en mi vida tratando de ocultar mis debilidades? ¿En qué necesito ser honesto de manera que pueda ayudar a otros?

sábado, 21 de febrero de 2015

Día 34. Mentalidad de Siervo.

Mentalidad de siervo

Mi siervo Caleb... ha mostrado una

actitud diferente y me ha sido fiel.
Números 14:24 (NVI)

La actitud de ustedes debe ser
como la de Cristo Jesús.
Filipenses 2:5 (NVI)

El servicio comienza en tu mente.


Para ser un siervo se requiere un cambio de pensamiento y de actitudes. Dios está más interesado en por qué hacemos las cosas que en lo que hacemos. Las actitudes cuentan más que los hechos. El Rey Amasías perdió el favor de Dios porque “hizo lo correcto ante los ojos del Señor; aunque no de todo corazón”. Los siervos sirven a Dios pensando en cinco actitudes.

Los siervos piensan más en otros que en sí mismos. Se enfocan en los demás, no en ellos mismos. Esto es verdadera humildad, no pensar menos de, sino menos en, nosotros mismos. Se olvidan de sí mismos. Pablo dijo: “Olvídense de ustedes mismos lo suficiente para que extiendan una mano ayudadora”. Esto es lo que significa “perder tu vida”, olvidándote de ti mismo para servir a otros. Cuando dejamos de enfocarnos en nuestras propias necesidades, comenzamos a advertir las que yacen alrededor nuestro.

Jesús”se despojó a sí mismo tomando forma de siervo”. ¿Cuándo fue la última vez que te olvidaste de ti mismo para beneficiar a alguien? No puedes ser siervo si estás lleno de ti mismo. Sólo cuando nos olvidamos de nosotros mismos podemos hacer cosas que merecen ser recordadas.

Desafortunadamente, la mayoría de nuestro servicio a menudo es autogratificante. Servimos a otros para que les gustemos, para ser admirados o para lograr nuestras propias metas Eso es manipulación, no ministerio. Todo el tiempo lo que realmente hemos estado pensando es en nosotros mismos y en cuán nobles y maravillosos somos. Algunas personas tratan de usar el servicio como una herramienta de negociación con Dios: “Haré esto por ti Dios, si haces algo por mí”. Los verdaderos siervos no tratan de usar a Dios para sus propósitos. Dejan que Él los use para el suyo. La cualidad de olvidarse de sí mismos, al igual que la fidelidad, es extremadamente excepcional. Aparte de todas las personas que Pablo conocía, Timoteo era el único ejemplo que señalaba. Pensar como siervo es difícil porque desafía el problema básico de mi vida: Yo soy, por naturaleza, egoísta. Pienso más en mí,. Por eso es que la humildad es una lucha diaria, una lección que debo volver a aprender una y otra vez. La oportunidad de ser siervo me confronta docenas de veces al día, me dan la opción de decidir entre satisfacer mis necesidades o las de otros. La abnegación es el alma del servicio.

Podemos medir nuestro corazón de siervos por la manera en que respondemos cuando otros nos tratan como siervos. ¿Cómo reaccionas cuando eres mandado por alguien o tratado como un inferior? La Biblia dice: “Si alguien toma ventajas injustas sobre ti, usa la ocasión para practicar la vida de siervo”.

Los siervos piensan como mayordomos, no como dueños. Recuerdan que todo le pertenece a Dios. En la Biblia, un mayordomo era un siervo al que se le confiaba una propiedad. José fue este tipo de siervo, como prisionero, en Egipto. Potifar confió en él entregándole su casa. Después el carcelero confió en él dándole autoridad en la cárcel. Al fin de la historia, Faraón confió en él y le dio la nación entera. El servicio y la mayordomía van juntas, puesto que Dios espera de nosotros que seamos dignos de confianza en ambos aspectos. La Biblia dice: “La única cosa que se requiere para ser tales siervos es que sean fieles a su señor”. ¿Cómo estás manejando los recursos que Dios te confió?

Para comenzar a ser un verdadero siervo tienes que tomar en cuenta el tema del dinero en tu vida. Jesús dijo: “Ningún sirviente puede servir a dos patrones... no puedes servir a la vez a Dios y a las riquezas”. No dijo: “No debes”, sino No puedes”. Eso es imposible. Vivir para el ministerio y para el dinero son metas mutuamente excluyentes. ¿Cuál escogerías? Si eres un siervo de Dios no puedes trabajar para ti mismo. Todo tu tiempo le pertenece a Dios. Él insiste en una lealtad exclusiva, no fidelidad a medias.

El dinero es el potencial mayor para reemplazar a Dios en tu vida. Más personas se alejan del servicio debido al materialismo que a cualquier otra cosa. Dicen: “Después de que cumplas mis metas financieras, voy a servir a Dios”. Esa es una decisión necia que lamentarán por la eternidad. Cuando Jesús es tu Señor el dinero te sirve, pero si el dinero es tu señor te conviertes en esclavo de él. Ciertamente la riqueza no es un pecado siempre y cuando la usemos para la gloria de Dios. Los siervos del Señor siempre están más conscientes del ministerio que del dinero.

La Biblia es muy clara: Dios usa el dinero para probar tu fidelidad como siervo. Esta es la razón por la que Jesús habló más acerca de él que del cielo o el infierno. Él dijo: “Si ustedes no han sido honrados en el uso de las riquezas mundanas ¿quién les confiará las verdaderas?”. La manera en que usas tu dinero incide en cómo Dios puede bendecir tu vida.

En el capítulo 31 mencioné dos tipos de personas: los edificadores del reino y los edificadores de riquezas. Ambos recibieron dones para hacer que el negocio crezca, haciendo tratos o ventas y obteniendo ganancias. Los edificadores de riquezas continúan acumulando más tesoros para sí mismos sin importar cuánto hacen, pero los edificadores del reino cambian las reglas del juego. Persisten en hacer dinero, pero lo hacen para regalarlo. Usan las riquezas para financiar a la iglesia y la misión de Dios en el mundo.

En la Iglesia Saddleback, tenemos un grupo de ejecutivos y dueños de negocios que tratan de hacer lo máximo para dar a la congregación y para expandir el reino de Dios. Así que te exhorto a que hables con tu pastor y comiences un grupo de edificadores del reino en tu iglesia.

Los siervos piensan en su trabajo, no en lo que otros hacen. No comparan, critican, ni compiten con otros siervos o ministerios. Están muy ocupados haciendo el trabajo que Dios les asignó.

La competencia entre los siervos de Dios es ilógica por muchas razones: todos estamos en el mismo equipo; nuestra meta es complacer a Dios, no a nosotros mismos; tenemos diferentes tareas y todos fuimos formados con cierta singularidad. Pablo dijo: “No se comparen unos con otros, como si uno de ustedes fuera mejor o peor que el otro. Tenemos mejores cosas que hacer en nuestras vidas. Cada uno de ustedes es un original”.

No hay lugar para celos mezquinos entre los siervos.

Cuando estás ocupado en servir no tienes tiempo para criticar; el tiempo que gastas en criticar a otros deberías usarlo para ministrar. Cuando Marta se quejó con Jesús de que María no la estaba ayudando con su trabajo, perdió su corazón de sierva. Los siervos verdaderos no se quejan de las injusticias, no viven lamentándose ni se resienten con quienes no están sirviendo. Sólo confían en Dios y se mantienen sirviendo.

No es nuestro trabajo evaluar a otros siervos del Señor. La Biblia dice: “¿Quién eres tú para criticar al siervo de otro? El Señor decidirá si su siervo ha hecho lo correcto”. Tampoco es nuestro trabajo defendernos de la crítica, deja que tu Señor lidie con eso. Sigue el ejemplo de Moisés, que mostró una verdadera humildad ante sus opositores; como Nehemías, cuya respuesta a las críticas fue simple: “Estoy ocupado... Si bajara yo a reunirme con ustedes la obra se vería interrumpida”.

Si sirves como Jesús, puedes esperar ser criticado. El mundo, aun las iglesias, no entienden lo que Dios valora en el servicio. Uno de los actos más hermosos de amor mostrado por Jesús fue criticado por sus discípulos. María tomó lo más valioso que tenía, un perfume costoso, y lo vertió sobre Jesús. A tan espléndido servicio los discípulos lo llamaron “derroche”, sin embargo, Jesús lo llamó “una obra hermosa” y eso es lo que importa. Tu servicio por Cristo nunca es considerado como pérdida aunque otros lo digan.

Los siervos basan su identidad en Cristo. Dado que ellos recuerdan que fueron amados y aceptados por gracia, los siervos no tienen que probar su mérito. Voluntariamente aceptan tareas que otras personas, inseguras, consideran “inferiores”. Uno de los ejemplos más conmovedores de servicio es la imagen misma que Jesús muestra cuando les lava los pies a sus discípulos. Esto era equivalente a lo que hoy es un lustrador de calzado, un trabajo sin prestigio. Sin embargo, Jesús sabía quién era él, de manera que la tarea no amenazaba su propia imagen. La Biblia dice: “Jesús sabía que el Padre había puesto todas las cosas bajo su dominio, y que había salido de Dios y a él volvía; así que se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ató una toalla a la cintura”.

Si piensas ser un siervo debes tener muy definida tu identidad en Cristo. Sólo las personas seguras pueden servir; las inseguras siempre se preocupan de cómo pueden ser vistos por los demás. Temen manifestar sus debilidades y ocultan, bajo mantos protectores, su orgullo y pretensión. Mientras más inseguro seas, más quieres que te sirvan y más necesitarás aprobación.
Henri Nouwen dijo: “Para que seamos un servicio a otros, debemos morir por ellos; eso significa que tenemos que dejar de medir nuestros significados y valores con la vara de medir de otros... entonces comenzaremos a ser libres para ser misericordiosos”. Cuando basas tu valor y tu identidad en tu relación con Cristo, te liberas de las expectativas de otros, y eso permite servir con lo mejor de ti.

Los siervos no nece
sitan cubrir sus paredes con placas y premios para avalar su trabajo. No les interesa que se dirijan a ellos con títulos, ni les gusta cubrirse con ínfulas de superioridad. Los siervos hallan que los símbolos de estatus son innecesarios y no miden su valor por sus logros. Pablo dijo: “Porque no es aprobado el que se recomienda a sí mismo sino aquel a quien recomienda el Señor”.

Si alguien tuvo oportunidad de ser ostentoso debido a sus conexiones y “personajes relacionados”, fue Santiago, el medio hermano de Jesús. Él tuvo las credenciales de crecer con Jesús como su hermano. Sin embargo, en la introducción de su carta, simplemente se refiere a sí mismo como “siervo de Dios y del Señor Jesucristo”. Mientras más te acerques a Jesús, menos necesitarás promocionarte.

Los siervos piensan en el ministerio como una oportunidad, no como obligación. Disfrutan ayudando a la gente, supliendo sus necesidades y realizando su ministerio. “Sirven al Señor con regocijo”. ¿Por qué lo hacen con regocijo? Porque aman al Señor y están agradecidos por su favor; saben que servir es el mejor uso que pueden darle a su vida y que Dios ha prometido recompensarlos. Jesús dijo: “A quien me sirva, mi Padre lo honrará”. Pablo, por su parte, afirmó: “Porque Dios no es injusto como para olvidarse de las obras y del amor que, para su gloria, ustedes han mostrado sirviendo a los santos, como lo siguen haciendo”.

Imagínate qué pasaría si sólo el diez por ciento de los cristianos en el mundo tomara en serio su rol como siervo. Imagínate todo lo bueno que podría hacerse. ¿Estarías dispuesto a ser una de esas personas? No importa la edad que tengas, Dios te usará si comienzas a actuar y pensar como un siervo. Albert Schweitzer dijo: “Las únicas personas realmente felices son aquellas que han aprendido a servir”.

DÍA TREINTA Y CUATRO
PENSANDO EN MI PROPÓSITO


Punto de reflexión: Para ser siervo debo pensar como siervo.
Versículo para recordar: “La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús”. Filipenses 2:5 (NVI).
Pregunta para considerar: ¿Me preocupo más por ser servido que por servir a otros?

viernes, 20 de febrero de 2015

Día 33 Cómo actúan los verdaderos siervos

Cómo actúan los verdaderos siervos.


“Quien quiera ser grande deberá

convertirse en un siervo”.
Marcos 10:43 (PAR)

“Pueden decir qué ellos son por lo que hacen”.
Mateo 7:16 (PAR).



Servimos a Dios sirviendo a los demás.


El mundo define la grandeza en términos de poder, posesiones, prestigio y posición. Si puedes exigirle a otro que te sirva, alcanzaste esa posición. En nuestra cultura autogratificante, con su mentalidad de primero yo, comportarse como un siervo no es un concepto popular.

Sin embargo, Jesús midió la grandeza en términos de servicio y no de estatus. Dios determina tu grandeza por el número de personas a las que sirves, no por las que están a tu servicio. Esto es contrario al concepto de grandeza mundano, que a nosotros nos cuesta entender, mucho menos practicar. Los discípulos discutieron acerca de quién merecía la posición más prominente; dos mil años después, los líderes cristianos todavía se disputan la posición y prominencia en las iglesias, denominaciones y ministerios paraeclesiásticos.
Miles de libros son escritos para el liderazgo, pero pocos para el servicio. Todo el mundo quiere dirigir, nadie quiere ser siervo. Preferimos ser generales que soldados. Aun así los cristianos quieren ser “líderes siervos” y no unos simples siervos. Pero para ser igual que Jesús debemos ser siervos. Así fue como él se llamó a sí mismo.

Es importante que conozcas tu forma para que sirvas a Dios, pero es mucho más relevante si tienes corazón de siervo, seas egocéntrico. Sin un corazón de siervo serás tentado al mal uso de tu forma por interés personal. También serás tentados a usar eso como una excusa para disculparte del compromiso de algunas necesidades.

A menudo Dios prueba nuestros corazones al pedirnos que lo sirvamos en ciertas maneras, para las que no fuimos formado. Si ves a un hombre caer dentro de una zanja, Dios espera que lo ayudes a salir y no digas: “Yo no tengo el don de misericordia o el don de servicio”. Aunque no seas dotado para una tarea en particular, podrás ser llamado para hacerla si no hay ningún dotado cerca. Tu ministerio primordial debe ser en el área para la cual fuiste formado, pero tu servicio secundario se lleva a cabo dondequiera que se te necesite en el momento.

Tu F.O.R.M.A. revela tu ministerio, pero tu corazón de siervo muestra tu madurez. No se necesita un talento o don para recoger la basura o arreglar las sillas después de una reunión, cualquiera puede ser siervo. Todo lo que se necesita es carácter.

Es posible servir en una iglesia toda una vida sin nunca ser un siervo. Debes tener un corazón de siervo. ¿Cómo puedo saber si tengo un corazón de siervo? Jesús dijo: “Tú puedes decir lo que ellos son por lo que hacen”.
Los siervos verdaderos siempre están disponibles para servir.

Los siervos no ocupan su tiempo en actividades que puedan limitar su disponibilidad. Los siervos quieren estar listos para servir tan pronto sean necesitados. Igual que un soldado, el siervo debe estar lista para cumplir con sus deberes: “Ningún soldado en servicio activo se enreda en los asuntos de la vida civil, porque tiene que agradar a su superior”. Si sólo sirves cuando te conviene, entonces no eres un verdadero siervo. Los siervos verdaderos hacen lo que se necesita aunque no les convenga.

¿Estás disponible para Dios en cualquier tiempo? ¿Puede Dios deshacer tus planes sin que comiences a resentirte? Como siervo no eliges ni escoges cuándo o dónde servir. Ser un siervo significa darle a Dios el derecho de controlar tu horario y permitirle que lo interrumpa en cualquier momento que lo necesite.

Si recordaras al comienzo de cada día que eres un siervo de Dios, las interrupciones no deberían frustrarte porque tu agenda será la que Dios quiera para tu vida. Los siervos ven las interrupciones como citas divinas para el ministerio y son felices por la oportunidad de practicar el servicio.

Los siervos verdaderos prestan atención a las necesidades. Los siervos siempre están mirando las maneras de ayudar a otros. Cuando ven la necesidad, no dejan escapar la oportunidad, tal como la Biblia nos manda: “En cualquier oportunidad que tengamos, debemos hacer lo que es bueno para todos, especialmente para la familia de los creyentes”.

Cuando Dios pone a alguien en necesidad frente a ti, te está dando la oportunidad de crecer en el servicio. Observa que Dios dice que las necesidades de tu familia en la fe tienen preferencia, de manera que no las pongas al final de tu lista de “cosas por hacer”.

Perdemos muchas ocasiones de servir porque carecemos de sensibilidad y espontaneidad. Las grandes oportunidades para servir no duran mucho, pasan rápidamente, y casi nunca vuelven. Quizá sólo tengas una oportunidad para servir a esa persona, así que aprovecha el momento. “Nunca les digas a tus vecinos que esperen hasta mañana si puedes ayudarlos ahora”.

John Wesley era un increíble siervo de Dios. Su proverbio era: “Haz todo lo bueno que puedas, con todos los medios que puedas, en todas las maneras que puedas, en todos los lugares que puedas, en todos los tiempos que puedas, a todas las personas que puedas, cada vez que puedas”. Eso es grandioso. Puedes comenzar viendo las pequeñas tareas que ningún otro quiere hacer. Haz esas pequeñas cosas como si fueran grandes porque Dios está observando.

Los siervos verdaderos hacen lo mejor con lo que tienen. Los siervos no tienen excusas, ni postergan ni esperan mejores circunstancias. Nunca dicen: “Uno de estos días” o “Cuando el tiempo sea adecuado”. Sólo hacen lo que se requiere. La Biblia dice: “Si esperas por condiciones perfectas, nunca lograrás nada”. Dios espera que hagas lo que puedas con lo que tienes, dondequiera que estés. Servir sin llegar a la perfección es mejor que la más perfecta intención.

Una de las razones por las que muchas personas nunca sirven es porque temen no ser lo suficientemente buenos para servir. Creen la mentira de que le servicio a Dios es sólo para celebridades.

Algunas de las iglesias han fomentado este mito calificando de “excelente” a un ídolo, lo que hace que muchas personas con talentos rehúsen involucrarse.
Puedes haber oído decir esto: “Si no puedes hacerlo con excelencia, mejor no lo hagas”. ¡Bueno, Jesús nunca dijo eso! La verdad es que, casi todo lo que hacemos es hecho deficientemente cuando empezamos a hacerlo, así es como aprendemos. En la Iglesia Saddleback practicamos el principio “lo suficientemente bueno”; no tiene que ser perfecto para que Dios lo use y lo bendiga. Preferimos involucrar a miles de personas comunes y corrientes, que tener una iglesia perfecta dirigida por un grupo selecto.

Los siervos verdaderos cumplen sus tareas con la misma dedicación. Cualquier cosa que hagan, “la hacen con todo su corazón”. el tamaño de la tarea es irrelevante. El punto en cuestión es: “se necesita hacer esto?
Nunca llegarás a un estado en la vida en el que seas demasiado importante para ayudar con tareas serviles. Dios nunca te exime de lo mundano. Es parte vital de la formación de tu carácter. La Biblia dice: “Si piensas que eres demasiado importante para ayudar a alguien en necesidad, te engañas a ti mismo. realmente no eres nadie”. Es en estos pequeños servicios que crecemos para parecernos a Cristo.

Jesús se especializó en tareas humillantes que otros evadían: lavar los pies, ayudar a los niños, preparar el desayuno y servir a los leprosos. Él nunca se consideró por encima de nada, porque vino a servir. Él hizo todas estas cosas y no fueron molestia para su grandeza, lo hizo porque quiere que sigamos su ejemplo.

Las tareas pequeñas a menudo muestran un gran corazón. Tu corazón de siervo se revela en hechos pequeños que otros no piensan hacer, como cuando Pablo juntó la madera para hacer una fogata y calentar a todos después del naufragio. Estaba tan exhausto como todos, sin embargo hizo lo que los demás necesitaban. Ninguna tarea te molesta cuando tienes un corazón de siervo.

Las grandes oportunidades a menudo se disimulan en pequeñas tareas; las cosas pequeñas en la vida determinan las grandes. No busques hacer grandes tareas para Dios, haz las que te ponga por delante y Él te asignará cualquiera que quiera que hagas. Antes de intentar cosas extraordinarias, trata con las ordinarias.

Siempre habrá más gente queriendo hacer “grandes” cosas para Dios que cosas pequeñas. La carrera para ser líder está abarrotada mientras que el campo para quienes quieren ser siervos es amplio y abierto. A veces sirves hacia arriba a su superiores, y a veces sirves hacia abajo, a aquellos en necesidad. De cualquier manera, desarrollas un corazón de siervo cuando anhelas hacer cualquier cosa que se necesite.

Los siervos verdaderos son fieles a su ministerio. Los siervos terminan sus tareas, cumplen con sus responsabilidades, mantienen sus promesas y completan sus compromisos. No dejan el trabajo a medias ni lo abandonan cuando se desaniman; son dignos de confianza y responsables.
La fidelidad siempre ha sido una cualidad excepcional.

La mayoría de las personas no conoce el significado del compromiso. Se comprometen casualmente pero luego incumplen por cualquier razón y sin ninguna duda, remordimiento o lamento. Cada semana, las iglesias y muchas organizaciones deben improvisar debido a que los voluntarios nunca se prepararon o nunca llegaron o nunca llamaron para decir que no podrían asistir. ¿Puedes contar con otros? ¿Tienes promesas, votos que cumplir, o compromisos que necesitas honrar? Esta es una prueba. Dios prueba tu fidelidad. Si pasas el examen estás en buena compañía: Abraham, Moisés, Samuel, David, Daniel, Timoteo y Pablo fueron llamados siervos fieles de Dios. Aún mejor, Dios ha prometido recompensar tu fidelidad en la eternidad. Imagínate lo que sentirás cuando Él te diga: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu Señor”.

Por otra parte, los siervos nunca se retiran. Sirven fielmente tanto como vivan. Puedes jubilarte de tu carrera, pero nunca del servicio a Dios.
Los siervos verdaderos mantienen un bajo perfil. Los siervos no se promueven ni llaman la atención sobre sí mismos. En vez de actuar para impresionar y resaltar su éxito, “se ponen el delantal de humildad para servirse unos a otros”. Si se les reconoce por su servicio, humildemente lo aceptan, pero no permiten que la notoriedad los distraiga de sus trabajos.

Pablo expuso un tipo de servicio que parece ser espiritual pero realmente es puesto en su sitio, para mostrar un hecho que llama la atención. Él lo llamó”servir al ojo”, para referirse a los que sirven con la intención de impresionar a las personas para que vean cuán espirituales son. Este era el pecado de los fariseos, que ayudaban a otros, daban y siempre oraba unos por otros en actos públicos. Jesús condena esa actitud y advierte: “Cuando hagas buenas obras, no trates de vanagloriarte. Si lo haces, no recibirás recompensa de tu Padre en el cielo”.

La autopromoción y el servicio no se mezclan. Los siervos verdaderos no sirven para ser aprobados o aplaudidos; viven para una sola audiencia: Dios. Como dijo Pablo: “Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo”.
No encontrarás muchos siervos verdaderos expuestos a la luz, de hecho, lo niegan si es posible. Se contentan sirviendo en silencio bajo las sombras. José es un gran ejemplo. Nunca llamó la atención a sí mismo, sino que en silencio sirvió a Potifar, a su carcelero, al copero y al panadero del Faraón, y Dios lo bendijo por esa actitud. Cuando el Faraón lo promovió a una posición importante, José todavía mantuvo un corazón de siervo, aun con sus hermanos, que lo traicionaron.

Desafortunadamente, muchos líderes de hoy empiezan como siervos y terminan como celebridades. Empiezan a convertirse en adictos a la atención, inconscientes de que eso siempre los ciega. Puedes servir en la oscuridad en algún pequeño lugar, sentirte desconocido y sin aprecio. Pero escucha: ¡Dios te ha puesto donde estás para cumplir con su propósito! Él tiene cada cabello de tu cabeza contado y conoce tu dirección. Mejor es que estés donde él te puso hasta que decida moverte. Él te hará saber si quiere que vayas a alguna parte. Tu ministerio pertenece al reino de Dios. “Cuando Cristo... venga otra vez a la tierra, tú vendrás también, el yo real, el yo glorioso. Mientras tanto, sé feliz en no ser reconocido”.

Hay más de 750 personas en el “Salón de la Fama” en Estados Unidos y más de 450 publicaciones de “Quién es Quién”, sin embargo, no encontrarás muchos siervos verdaderos en esos lugares. La notoriedad no es importante para los verdaderos siervos porque ellos conocen las diferencias entre prominencia y significación. Tú tienes varios rasgos prominentes en tu cuerpo sin los cuales podrías vivir. Pero las partes ocultas de tu cuerpo son las indispensables. Lo mismo pasa con el cuerpo de Cristo. El servicio más importante es a menudo el que no se ve.

En el cielo Dios dará clara recompensa a varios de sus siervos más oscuros y desconocidos, personas a las que nunca oímos en la tierra, que enseñaron a niños trastornados emocionalmente, asearon a un anciano incontinente, cuidaron pacientes con SIDA, y sirvieron en miles de maneras inadvertidas.
Sabiendo esto, no te desanimes cuando tu servicio pase inadvertido o dado por hecho. ¡Mantente sirviendo a Dios! “Entréguense al trabajo de su Señor, confiados que nada de lo que hagan para Él es un tiempo o esfuerzo perdido”. aun el más pequeño de los servicios es observado por Dios; Él lo recompensará. Recuerda las palabras de Jesús: “Y cualquiera que le da siquiera un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños por ser seguidor mío, les aseguro que tendrá su premio”.

DÍA TREINTA Y TRES
PENSANDO EN MI PROPÓSITO

Punto de reflexión: Sirvo a Dios cuando sirvo a otros.
Versículo para recordar: “Y cualquiera que le da siquiera un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños por ser seguido mío, les aseguro que tendrá su premio”. Mateo 10:42 (DHH).
Pregunta para considerar: ¿Cuáles de las seis características de los siervos verdaderos me desafían más?

jueves, 19 de febrero de 2015

Día 32. Usa lo que Dios te ha dado.

Día 32.
Usa lo que Dios te ha dado.

Por cuanto nosotros mismos hemos sido moldeados en
todas estas partes, excelentemente formadas y operando
maravillosamente, en el cuerpo de Cristo, sigamos adelante
y seamos aquello para lo que fuimos creados.
Romanos 12:5 (PAR)

Lo que res es el don de Dios para ti; lo que haces contigo
mismo es el don tuyo para Dios.
Proverbio danés.

Dios merece lo mejor de ti.

Él nos formó con un propósito, y espera que explotes al máximo lo que te ha dado. Él no quiere que envidies ni te preocupes de las habilidades que no posees, sino que te enfoques y uses los talentos que te ha dado.

Cuando intentes servir a Dios de maneras para las que no estás formado, es como meter un cubo a la fuerza dentro de un círculo, es frustrante y produce resultados limitados. También es una pérdida de tu tiempo, de tu talento y de tu energía. La mejor manera de vivir tu vida es sirviendo a Dios de acuerdo a tu FORMA, para o cual debes descubrir tus dones, aprender a aceptarlos y a disfrutarlos de modo que puedas desarrollarlos a su máxima expresión.

DESCUBRE TU FORMA

La Biblia dice: “No actúes desconsideradamente, sino trata de encontrar y hacer lo que sea que el Señor quiere que hagas”.. No dejes que otro día se te vaya. Comienza a encontrar y clarificar lo que Dios quiere que seas y hazlo.
Comienza evaluando tus dones y recursos. Tómate un tiempo, mira honestamente en lo que eres bueno y en lo que no lo eres. Pablo aconsejó: “Trata de tener un estimado sano de tus capacidades”.
Haz una lista. Pregúntales a otras personas su opinión sincera. Diles que estás buscando la verdad y no cumplidos.

Los dones espirituales y las habilidades naturales son siempre confirmados por otros. Si piensas que has sido dotado para ser maestro o cantante y otra persona no está de acuerdo contigo, ¿qué crees? Si quieres saber si tienes el don de liderazgo, ¡pues mira sobre tus hombros! Si nadie te sigue, no eres un líder.

Haz preguntas como estas: ¿Dónde he visto frutos en mi vida que otras personas puedan confirmarlos? ¿En qué he visto que soy exitoso? La evaluación de tus dones espirituales y los inventarios de tus habilidades pueden tener valor, pero son limitados en su utilidad. En primer lugar, están estandarizadas de manera que no cuentan dentro de tu singularidad. Segundo, no hay definición de los dones espirituales enlistados en la Biblia, de manera que cualquier definición es arbitraria y representa casi siempre un prejuicio denominacional.
Otro problema es que mientras más maduro eres, más propenso estás a manifestar las características de cierto número de dones. Puedes estar sirviendo, enseñando o dando generosamente más allá de la madurez porque es tu don espiritual.

La mejor manera de descubrir tus dones y habilidades es experimentando en las diferentes áreas de servicio. Yo pude haber tomado cientos de exámenes para determinar mis dones y habilidades cuando era joven y nunca haber descubierto que recibí el don de enseñanza ¡porque nunca enseñé! Sucedió sólo después de que comencé a aceptar oportunidades para hablar que vi más resultados, recibí confirmación de otros, y me di cuenta de que “¡Dios me había dotado para que hiciera eso!”

Muchos libros llegan a descubrir este proceso al revés. Enseñan: “Descubre tu don espiritual para que conozcas qué ministerio se supone que tienes”. Realmente esto opera de manera opuesta. Comienza sirviendo, experimenta en diferentes ministerios y descubrirás tus dones. Hasta que realmente no te involucres en el servicio, no sabrás para qué eres bueno.

Tienes docenas de habilidades y dones escondidos que no sabes que los tienes porque nunca los has puesto a prueba. Así que te exhorto a que hagas cosas que nunca antes has hecho. No importa cuán viejo seas, te insto a que no dejes de experimentar. He conocido muchas personas que han descubierto talentos escondidos a sus setenta y ochenta años. Conocí a una corredora de noventa años que ganó una carrera de 10kilómetros sin descubrir que disfrutaba correr ¡hasta que llegó a los setenta y ocho años de edad!.

No trates de encontrar tus dones antes de enrolarte a servir en algo. Simplemente, empieza a servir ya. Descubre tus dones involucrándote en el ministerio. Intenta enseñar, dirigir, organizar, tocar un instrumento o trabajar con los jóvenes. Hasta que realmente no te involucres en el servicio, no sabrás para qué eres bueno. Si no funciona, llámalo “experimento”, no fracaso. Eventualmente descubrirá para qué eres bueno.

Considera las oportunidades y la personalidad. Pablo aconsejó: “Haz una exploración cuidadosa de quién eres y el trabajo que estás haciendo para que entonces te sumerjas en él”. Otra vez, esto ayuda a recibir retroalimentación de quienes mejor te conocen. Pregúntate a ti mismo: ¿Qué es lo que realmente disfruto hacer? ¿Cuándo me siento vivo completamente? ¿Qué es lo que hago cuando pierdo la noción del tiempo? ¿Me gusta la rutina o la variedad? ¿Prefiero servir en equipo o por mí mismo? ¿soy introvertido o extrovertido? ¿Soy más pensador que perceptivo? ¿en qué disfruto más, compitiendo o cooperando?

Examina tus antecedentes y extrae las lecciones que aprendiste. Revisa tu vida y piensa en cómo ha sido formada. Moisés les dijo a los israelitas: “Recuerden hoy lo que han aprendido acerca del Señor a través de sus experiencias con Él”. Olvidar las experiencias no es bueno. Esta es una buena razón para mantener un diario espiritual. Pablo, preocupado por los creyentes de Galacia, no podía desaprovechar el dolor que ellos habían pasado, así que les dijo: “¿Fueron todas sus experiencias desaprovechadas? ¡Espero que no!”

Raras veces vemos el buen propósito de Dios en el dolor, el fracaso o la vergüenza mientras lo vivimos. Cuando Jesús le lavó los pies a Pedro, le dijo: “Tú no sabes ahora lo que estoy haciendo, pero después lo entenderás”. Sólo en retrospectiva entendemos cómo Dios usa los problemas para bien.
Extraer las lecciones de tus experiencias toma tiempo. Te recomiendo que tomes un fin de semana completo para un retiro y hagas una revisión de tu vida, en la que puedas hacer un alto para que veas cómo Dios ha trabajado en momentos decisivos en tu vida y consideres cómo quiere que uses esas lecciones para ayudar a otros. Hay recursos que pueden ayudarte en esto.

ACEPTA Y DISFRUTA TU FORMA
Dado que Dios conoce lo que es mejor para ti, deberías aceptar con gratitud cómo te hizo. La Biblia dice: “¿Qué derechos tienes tú, un ser humano, para interrogar a Dios? La vasija no tiene derecho de decirle al alfarero: “¿Por qué me hiciste de esta forma?” ¡Sin duda el alfarero puede hacer lo que quiera con la arcilla!”.
Tu forma fue determinada soberanamente por Dios para su propósito, de manera que no debes resentirte o rechazarla. En vez de tratar de reformarla tú mismo para parecerte a alguien, deberías celebrar la forma única que Dios te dio. “Cristo nos ha dado a cada uno de nosotros habilidades especiales, lo que Él quiere que tengamos de su bodega rica en dones”.

Parte de aceptar tu forma es reconocer tus limitaciones. Nadie es bueno en todas las cosas, y ninguno es llamado a hacerlas todas. Cada uno tiene sus roles definidos. Pablo entendió que su llamado no era para llevar a cabo todas las cosas o complacer a cada uno, sino que se enfocó sólo en el ministerio particular que Dios había formado para él. Pablo dijo: “Nuestra meta es estar dentro de los límites del plan de Dios para nosotros”.

La palabra límites se refiere al hecho de que Dios asigna a cada uno un área o campo de acción para el servicio. Tu forma determina tu especialidad. Cuando tratamos de ampliar demasiado nuestro ministerio más allá del radio de acción para el que Dios nos ha formado, sufrimos estrés. Así como en una competencia a cada corredor se le da un carril para que corra en él, individualmente debemos “correr con paciencia la carrera particular que Dios ha puesto delante de nosotros”. No tengas envidia de los corredores de la línea próxima a la tuya, sólo enfócate en terminar tu carrera.

Dios quiere que disfrutes usando la forma que te ha dado. La Biblia dice: “Asegúrate de hacer lo que debes, porque después disfrutarás la satisfacción personal de haber hecho tu trabajo bien, y no necesitas compararte con cualquier otro”. Satanás tratará de robarte el gozo del servicio en dos maneras: tentándote para que compares tu ministerio con las expectativas de los otros, y tentándote a conformar tu ministerio con las expectativas de los otros. Ambas son trampas mortales que te distraerán del servicio de la manera en que dios quiere que lo sirvas. En el momento que pierdas el gozo en tu ministerio, comienza a considerar si una de estas tentaciones es la causa. La Biblia nos advierte que nunca nos comparemos con otros: “Haz tu propio trabajo bien, para que entonces tengas de qué estar orgulloso. Pero no te compares con otros”. Hay dos razones por las que nunca debes comparar tu forma, tu ministerio o sus resultados con ningún otro. Primero, encontrarás siempre a alguien que parece estar haciendo mejor trabajo que el tuyo y eso te desanimará. O hallarás siempre a alguien que parece que no es efectivo como tú y eso te llenará de orgullo. Cualquiera de estas actitudes te pondrán fuera de servicio y te robarán tu gozo.

Pablo dice que es necio compararnos con otros: “Nosotros no nos atrevamos a igualarnos ni a compararnos con algunos que se recomiendan a sí mismos. Al medirse con su propia medida y compararse unos con otros, no saben lo que hacen”.
La Biblia El Mensaje lo parafrasea así: “En todas estas comparaciones, calificaciones y competencias, ellos pierden completamente el punto”.
Encontrarás personas que por no entender tu forma para ministrar, te criticarán y tratarán de llevarte a lo que ellos piensan que debes hacer. Debes ignorarlos. Pablo tuvo que enfrentar críticos que mal interpretaron y difamaron su servicio. Su respuesta siempre fue la misma: Evita las comparaciones, resiste las exageraciones, y ve sólo las recomendaciones de Dios.

Una de las razones por las que Pablo fue grandemente usado por dios fue porque rechazó ser distraído por la crítica, o por la comparación de su ministerio con el de otros, o por enfrascarse en debates vanos acerca de su ministerio. Tal como John Bunyan lo dijo: “Si mi vida no tiene fruto, no importa quién me alabe; y si mi vida tiene fruto, no importa quién me critique”.

MANTENTE DESARROLLANDO TU FORMA
 
La parábola de los talentos nos enseña que Dios espera de nosotros que hagamos lo máximo con lo que Él nos da. Debemos cultivar nuestros dones y habilidades, manteniendo nuestros corazones ardientes, creciendo en nuestro carácter y personalidad, ampliando nuestras experiencias de manera que cada vez seamos más eficaces en nuestro servicio. Pablo les dijo a los Filipenses: “Que el amor de ustedes abunde cada vez más en conocimiento y en buen juicio”, y le recordó a Timoteo que “avives la llama del don de Dios que recibiste”.

Si no ejercitas tus músculos, se debilitan y atrofian. De la misma manera, si no utilizas las habilidades y destrezas que dios te ha dado, las perderás. Jesús enseñó la parábola de los talentos para enfatizar esta verdad. Refiriéndose al siervo que fracasó al usar su único talento, el dueño dijo: “Quítenle las mil monedas y dénselas al que tiene las diez mil”.

Si no usas lo que se te ha dado, lo perderás; usa la habilidad que ya tienes y Dios la aumentará. Pablo le dijo a Timoteo: “Asegúrate de usar las habilidades que Dios te ha dado... Ponlas a trabajar”.

Cualquiera de los dones que hayas recibido podrá crecer y desarrollarse mediante la práctica. Por ejemplo, nadie tiene el don de la enseñanza totalmente desarrollado, pero con estudio, retroalimentación y práctica, el “buen” maestro podrá convertirse en uno mejor y, con el tiempo, crecerá y se convertirá en un maestro excelente. No te conformes con tener un don desarrollado a medias, esfuérzate al máximo para aprender todo lo que puedas. “Concéntrate en hacer lo mejor para Dios, trabajo del cual no te avergonzarás”. Aprovecha cada oportunidad de entrenamiento para desarrollar tu forma y tus destrezas de servicio.

En el cielo estaremos sirviendo a Dios por siempre. Pero ahora mismo nos podemos preparar para el servicio eterno practicando aquí. Igual que los atletas que se preparan para las Olimpiadas, nos mantendremos entrenando para ese gran día: “Ellos hacen esto por una medalla de oro que se deslustra y palidece. Tú vas detrás de una que es de oro eterno”.
Estamos preparándonos para las responsabilidades y recompensas eternas.

DÍA TREINTA Y DOS
PENSANDO EN MI PROPÓSITO

Punto de reflexión: Dios merece lo mejor de mí.
Versículo para recordar: “Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra de verdad”. 2º Timoteo 2:15 (NVI).
Pregunta para considerar: ¿Cómo puedo hacer mejor uso de lo que Dios me ha dado?